La historia de Santiago Casais es mucho más que una experiencia médica: es un recorrido lleno de adversidades, amor familiar, avances de la ciencia y un mensaje profundamente necesario en la Argentina de hoy. Su testimonio, atravesado por dos trasplantes renales, es una invitación directa a derribar mitos y a animarse a confiar en un procedimiento que salva vidas todos los días.
“Hay mucha gente que tiene miedo… y es un procedimiento re seguro”, insiste. Su propio camino es la prueba más contundente.
Un diagnóstico desde el nacimiento
Santiago nació con Válvula de Uretra Posterior, una obstrucción en la uretra que derivó en falla renal desde sus primeros días de vida. Los médicos ya advertían que sus riñones funcionaban al 60% y que, en algún momento, el trasplante sería inevitable.
La predicción de que necesitaría un riñón nuevo a los 25 años no se cumplió: se adelantó casi una década.
A los 17 años, recibió la noticia que cambió todo: sus riñones ya no funcionaban.
El primer trasplante: once meses difíciles y el amor de una madre
Comenzó diálisis mientras sus padres iniciaban estudios para saber si podían donarle un riñón. Fueron meses desgastantes, emocional y físicamente.
“Estuve 11 meses en diálisis… finalmente, mi papá no fue compatible y mi mamá sí”, recuerda.
Tras estrictos estudios para verificar su salud, su mamá fue aprobada como donante. El 17 de octubre de 2012, la cirugía salió perfecta. El riñón funcionó durante 12 años, un período esperado y considerado exitoso en la medicina de trasplantes.

Cuando el tiempo vuelve a correr
Durante el 2024, los controles de rutina empezaron a mostrar alteraciones. Los médicos comenzaron a prepararlo para un posible segundo trasplante.
La confirmación llegó en agosto de 2024.
Santiago hizo lo que cualquier persona haría: comunicó la noticia a su familia, amigos y círculo cercano. La reacción fue inmediata: “tuve muchísimas personas que quisieron ser mis donantes”: primas, primos, amigos, su pareja, familiares y su hermano fueron los primeros en ofrecerse.
Pero no todos podían: algunos no eran compatibles; otros tenían condiciones que impedían donar. Uno de los pilares de este proceso fue su primo segundo, Sebastián Guillermon, quien incluso inició los trámites legales necesarios para donaciones fuera del grado permitido por ley. Finalmente, por estudios que no resultaron óptimos, debieron detener el proceso.
“Le estoy profundamente agradecido”, dice Santiago.
La compatibilidad inesperada: un hermano que salva la vida
Tras varios análisis fallidos, llegó el turno de su hermano Lautaro. Y la sorpresa fue enorme:
eran compatibles al 100%.
“Esto normalmente ocurre solo en hermanos gemelos”, explicaron los médicos.
A Lautaro le realizaron estudios profundos para asegurar que era completamente sano y que donar un riñón no pondría en riesgo su vida futura. Esta instancia es clave para quienes dudan sobre la donación en vida: la medicina actual evalúa minuciosamente al donante para garantizar su bienestar.
Con todo aprobado, asignaron fecha de cirugía: 3 de diciembre.

El día que marcó un antes y un después
Santiago y Lautaro fueron internados el 2 de diciembre en el Hospital Privado Universitario de Córdoba. El momento previo a ingresar al quirófano fue inolvidable.
“Él me dijo que me quede tranquilo, que en unas horas se terminaba todo. Yo en ese momento necesité agradecerle.”
En pocas horas, el trasplante se concretó con éxito. Ambos despertaron sabiendo que comenzaba una nueva etapa.

Vivir sin miedo: lo que la gente necesita saber sobre trasplantes
A lo largo de su experiencia, Santiago vio a muchas personas postergar o rechazar un trasplante por miedo. Por eso hoy, que ya pasó por dos, quiere ayudar a derribar mitos:
“La medicina ha avanzado muchísimo y hoy en día los trasplantes son muchísimo más seguros.”
Ni él ni Lautaro tendrán una vida limitada. Con hábitos saludables y controles médicos, pueden vivir plenamente.
— Santiago: medicación de por vida, alimentación baja en sodio, ejercicio, hidratación y controles cada tres meses.
— Lautaro: sin medicación, solo cuidados generales: poca sal, buena alimentación, actividad física y mucha agua.
“Con algunos cuidados, tendremos una vida normal.”
Más allá del caso: por qué es importante hablar de donación de órganos
En Argentina, más de 7.000 personas esperan un órgano para poder seguir viviendo. Las listas avanzan, pero aún falta información, empatía y, sobre todo, decisión.
Historias como la de Santiago permiten humanizar un proceso que a veces se ve lejano o difícil de comprender. Escuchar a alguien que atravesó dos trasplantes y hoy tiene una vida activa y plena ayuda a desmontar temores y a poner el foco en lo esencial: donar salva vidas.
Donación de órganos en Argentina — cifras que invitan a reflexionar
- En 2024, el INCUCAI reportó 4.263 trasplantes concretados en Argentina. Argentina+2RADIO DON+2
- De ese total, 1.515 fueron trasplantes renales. Argentina+2RADIO DON+2
- La tasa nacional de donantes llegó a 17,7 donantes por millón de habitantes. Argentina+1
- En 2023, se realizaron 4.264 trasplantes (órganos + córneas), producto de más de 1.700 procesos de donación. Argentina+1
Estos números muestran que en Argentina la donación y los trasplantes no son casos aislados, sino parte de un sistema activo que salva vidas todos los días.
Agradecimientos que nacen del corazón
Santiago destaca a quienes fueron fundamentales para llegar hasta aquí:
- A Lautaro, su hermano y héroe:
“No tengo palabras para este acto de amor tan grande. Me cambió la vida por completo.” - Al Centro de Diálisis de Marcos Juárez, por contenerlo y hacer más llevadero uno de los procesos más duros.
- Al Hospital Privado Universitario de Córdoba, especialmente a los equipos de nefrología y urología, por el cuidado antes, durante y después de la cirugía.
- A su pareja, Kathy, por acompañarlo con amor incondicional.
- A toda su familia, por el apoyo permanente, también hacia Lautaro.
Una historia que ilumina y abre caminos
La experiencia de Santiago no es solo un relato personal; es un puente hacia quienes hoy están en lista de espera, hacia quienes dudan, hacia quienes sienten miedo.
Es, sobre todo, una prueba viviente de que la donación de órganos funciona, es segura y cambia destinos.

