La Alianza Impensada: Abejas y Soja Potencian la Productividad Agrícola Argentina

Marcos Juárez, Córdoba – En un giro inesperado para la agricultura nacional, las abejas están redefiniendo su papel en el campo argentino, trascendiendo su tradicional rol como productoras de miel para convertirse en aliadas estratégicas de los cultivos extensivos. A la cabeza de esta transformación se encuentra el Dr. Pablo Cavigliasso, biólogo y una figura clave en el INTA, quien lidera un innovador proyecto que demuestra cómo la polinización asistida puede generar beneficios económicos y ambientales significativos, especialmente en el cultivo de soja.

Un camino desde el arándano a la soja

La historia de esta revolución comenzó para el Dr. Cavigliasso en 2014. «Un año después de recibirme, concurso por una beca del INTA y me la otorgan en Concordia, Entre Ríos, en el tema de ecología de polinización», recuerda. Su enfoque inicial fue la citricultura y la producción de arándanos, aunque rápidamente se inclinó por estos últimos. «Trabajar con la polinización de citricultura no era un tema que se buscaba, por un tema de que la producción de semillas en la citricultura es penalizada por el mercado. Así que empecé a trabajar con arándanos para hacer mi doctorado», explica Cavigliasso.

Este trabajo inicial sentó las bases para colaboraciones cruciales. «Ese camino me lleva a conocer a Marcelo Aizen y Agustín Saez, dos investigadores de Comahue, que me proponen trabajar juntos», cuenta. De esta sinergia, junto a los socios iniciales Matías Viel, Agustin Saez y Pedro Negri, se sientan las bases para Beeflow, hoy una de las empresas líderes en polinización de precisión a nivel mundial. Realizando en conjunto un estudio pionero sobre la polinización de arándanos, el cual fue publicado en la prestigiosa revista Scientific Reports de Nature, no solo validó la visión de Beeflow abriendo sus puertas en Estados Unidos, sino que también impulsó al Dr. Cavigliasso a desarrollar estudios en otros cultivos, incluyendo cebolla híbrida, kiwi, cítricos, manzana y pera.

Un rol de gestión y coordinación nacional

Actualmente, el Dr. Cavigliasso ostenta un rol dentro del Programa Nacional Apícola del INTA. «Dentro del PROAPI me encuentro coordinando, en cierta forma, el eje de polinización a nivel nacional», aclara. Su labor implica supervisar las líneas de polinización del Programa del INTA, que incluyen alrededor de 40 actividades de investigación a lo largo del país. «Son como 40 líneas a nivel nacional, que van desde la transferencia del conocimiento hasta estudios en horticultura, en Lotus, en un montón de cultivos, digamos. Están todos los sistemas de producción de alimentos… extensivos, frutales, como huertas», detalla, subrayando su compromiso de «encaminar a estas líneas a que lleguen a buen puerto».

El salto hacia los cultivos extensivos: el caso de la soja

La llegada del Dr. Cavigliasso al Centro Regional de Córdoba del INTA en la Estación Experimental de Marcos Juárez marcó un punto de inflexión. Interesado en la polinización aplicada a cultivos extensivos, comenzó a investigar la interacción de los insectos polinizadores con la soja. Si bien existían estudios que sugerían un impacto positivo, las cifras eran dispares.

Una investigación clave de Lucas Garibaldi, que indicaba un aumento del 20% en la producción de vainas, capturó su atención. A esto se sumó una síntesis de 28 bases de datos argentinas evaluadas por Nicolai da Cunha, que demostró una dependencia de la soja a la polinización biótica de entre el 10% y el 50%, según la variedad y la latitud. Esta fue una «pista muy grande», según Cavigliasso. Él explica que las flores de soja, aunque predominantemente son cerradas (cleistógamas), presentan configuraciones abiertas que, especialmente en climas cálidos, requieren de un vector para una polinización eficiente. «Un poco con todas estas pistas, como que pensé en que se podía protocolizar igual que en otros cultivos», afirma.

La polinización de precisión en la práctica

Para cuantificar el impacto, el equipo del INTA diseñó experimentos comparativos. En lotes controlados, se establecieron parcelas con acceso libre para las abejas y otras donde se excluía completamente su presencia. «Lo único que se cambia es si se deja o no que el polinizador visite el cultivo», aclara Cavigliasso. Se monitorearon variables como la distancia a las colmenas, la frecuencia de visitas de abejas y la viabilidad del polen, además de recolectar datos exhaustivos de rendimiento y calidad de los granos al momento de la cosecha.

Los resultados preliminares fueron contundentes y sorprendentes:

  • Aumento de vainas: Las plantas polinizadas por abejas mostraron un 34% más de vainas por planta.
  • Incremento del rendimiento: El rendimiento por unidad de superficie aumentó en un 27%.
  • Mejor calidad de semilla: Las semillas fueron un 8% más pesadas y contenían un 1.5% más de aceite.

Este aparente pequeño aumento en el contenido de aceite se traduce en un impacto masivo a nivel productivo. «En un mercado en donde el 70% de la producción de soja va a producción de aceite, estamos hablando de 37 millones de toneladas más o menos de soja que va a producción de aceite, este 1,5% representa un aumento de 3 litros de aceite por tonelada… por lo que estamos hablando de más de 90 millones de litros de aceite más si lo escalamos a la extensión de producción que tiene la Argentina», dimensiona el Dr. Cavigliasso. «Nos encontramos en un punto en donde el impacto que podría llegar a tener la incorporación del manejo de las abejas en los cultivos es muy grande», concluye.

Colaboración y expansión: un modelo de éxito

Los prometedores resultados impulsaron al INTA a buscar la colaboración de asociaciones de productores. «Decidimos abrir el juego y hablar con las asociaciones de productores, les mostramos los resultados y les preguntamos si a ellos les interesaba probar esta tecnología», comenta Cavigliasso. La Cooperativa General Paz y APR (Asociación de Productores Rurales) mostraron un gran interés. Además, se sumó la empresa BEEVAI, especializada en apicultura de precisión, la cual aporta herramientas para el monitoreo de la trazabilidad apícola y eficiencia de la polinización.

En esta nueva etapa, la carga de colmenas se incrementó, utilizando entre 25 y 50 colmenas por lote, a través de contratos de servicio con apicultores. Estos acuerdos establecen un canon, el manejo de las colmenas, visitas programadas y cláusulas de protección ante posibles daños por agroquímicos, asegurando una sinergia clave entre productores y apicultores.

Confirmando la interacción: las abejas sí polinizan soja

Uno de los logros más recientes del equipo fue el desarrollo de una técnica de monitoreo que confirmó la interacción de las abejas con el cultivo de soja. «La mayoría con los que hablábamos nos decía que la abeja melífera no forrajeaba el polen de soja», relata Cavigliasso. Sin embargo, los monitoreos revelaron otra realidad: «Pudimos ver que la abeja sí forrajeaba polen de soja, que es un polen blanco y que en algunos casos representaba hasta el 60% en el contenido de polen corbicular que traían las abejas».

La profesionalidad de apicultores como Miguel Buzzatto y su hermano fue fundamental. «Hemos trabajado con ellos hace muchos años y personalmente tengo confianza ya que ellos trabajan en polinización hace mucho y podemos estar de acuerdo muy rápido, ellos saben exactamente la calidad de colmena que nosotros buscamos», destaca Cavigliasso. Incluso frente a la necesidad de aplicar agroquímicos, los contratos permitieron coordinar aplicaciones nocturnas y exclusiones temporales de las colmenas. «Con todo este manejo tuvimos 100% de supervivencia de las colmenas de abejas y una buena producción de miel por colmena», afirma el Dr. Cavigliasso, con un promedio de 26 kilos de miel por colmena que se encontraban en servicio.

Los análisis palinológicos de la miel confirmaron que entre el 76% y el 84% del polen en la miel provenía de la soja, evidenciando un doble beneficio. «No solamente encontramos que el cultivo se beneficia con aumento de rendimientos altos, estamos alcanzando más o menos porcentajes del 34% a casi el 40% de aumento de producción de vainas… y también podemos ver que el apicultor se beneficia, es una sinergia porque produce miel y a su vez tiene una ganancia diferencial por una profesionalización diferente de la apicultura», enfatiza Cavigliasso.

El futuro de la polinización en Argentina

El proyecto no se detiene. «En este momento estamos no solamente evaluando la calidad de la producción a nivel de aceite, proteína y demás parámetros, sino que estamos viendo qué tan inocuas son las mieles que salieron de esa cosecha», comenta el Dr. Cavigliasso. Se han enviado muestras a los laboratorios de la Nexco, una exportadora clave, para análisis de glifosato y neonicotinoides, abriendo la puerta a nuevos mercados para esta miel de origen inusual.

De cara a la próxima temporada, el equipo planea expandir la investigación a otros cultivos de servicio, como las crucíferas (colza, carinata, camelina), que producen semillas con alto contenido oleico, valiosas para la producción de biocombustibles. «Así que bueno, en este momento estamos en este punto», concluye el Dr. Cavigliasso. La polinización de precisión no es solo una promesa, sino una realidad que está redefiniendo el futuro del campo argentino, demostrando que la sinergia entre la ciencia, el trabajo de campo y la naturaleza es la clave para una agricultura más productiva y sostenible.

Autor entrada: Eduardo Oyola

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